El Blog

sábado, 20 de marzo de 2010

La chica que soñaba con un beso y un puñal en el corazón

El ser que yo era, ya no soy. El ser que creía ser, el sentimiento personificado, la atónita tonta sensible. ¿A dónde fue? Desnuda ante el espejo. D-E-S-N-U-D-A. Qué gracia, tengo pelos en las piernas y resulta que no me importa. Resulta que hasta me gusta la pequeña curva de mi vientre. De cerveza.

La agonía puede matar
o puede sustentar la vida
pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando
hablando
sonriendo
pareciendo ser.
Charles Bukowski

Por eso temo la tranquilidad. Por eso enloquezco y doy vueltas dentro de mi habitación y la cabeza me gira insistentemente cuando todo marcha de la mejor forma posible. Necesito la emoción, la incertidumbre, enamorarme cada día de nuevo, que se me derrame el corazón cada vez que te vea aparecer. Necesito ciudades desconocidas en las que emborracharme a la orilla del mar. O del río. O de una fuente cualquiera... Perderme en los cascos antiguos y aborrecer la perfección de las nuevas construcciones. Calles paralelas y perpendiculares, dais pena. La risa se me ahoga ante el descubrimiento de que alguien me persigue. Correr para ponerme a salvo. La imaginación al poder y las llaves en la mano. Trasnochar cada fin de semana no me satisface. Tengo orgasmos más placenteros cuando los sábados, a la una de la mañana, escucho canciones mágicas y leo los poemas que siempre soñé escribir.

¿Y la tranquilidad de mi ser que yo sé que ya no es? Cualquiera sabe. Por eso me encanta y odio sentir celos cuando me dices esas cosas. Celos que me trastocan, que me revolucionan, que me hacen SENTIR. Ya ves... El miedo horrible y fantástico de pensar en lo que podrá ser pero sé que no será.






2 comentarios:

Anonymous dijo...

:):):) no te apuntes al curso de escritura... no te hace falta...

Lorena dijo...

María... tienes relatos realmente bonitos.