El Blog

viernes, 23 de enero de 2009

Suspensión temporal

Pues eso, durante un tiempo indeterminado se cierra este blog.

Los exámenes y sucesos varios me lo impiden. En cuanto pueda, volveré a contaros mis aventuras. Un saludo de esta periodista frustrada...

miércoles, 21 de enero de 2009

El futuro que no es

Pararme a pensar
es sinónimo
de echarle de menos.
Cautiva de aeropuertos,
esclava de la ausencia
constante y eterna
cuya excepción
es el orgasmo perfecto,
mantengo una sonrisa
quebrada, austera.
Presa de una voz inalcanzable
que me acaricia
(el pezón de un seno descubierto)
sobrevivo al próximo segundo.
No me gustas cuando callas
porque estás ausente,
lejos, invisible
irreal a una vida imaginada
que sólo nos pertenece
en el futuro, que no es.
Y me vuelvo fuerte,
heróica,
al mirar una fotografía
que contra toda evidencia
es la prueba tangible,
la certeza absoluta.
Y me vuelvo invencible
acurrucada en el sofá
sussurándote canciones
que sé que algún día
sentirás.

Asesina de sonrisas

Ideas, ideas y más ideas. Todo se acumula en la cabeza, sin dejar hueco ni siquiera para respirar. El Statuto Albertino se mezcla con la RAI y con il diritto de cronica, critica e satira... Después, querer escribir, querer leer, querer escuchar y querer ver. Me zambullo en libros de Carpentier que me cuentan historias de amor imposibles (con guerras de por medio, con revoluciones) que no ayudan en lo más mínimo a achicar esto que llevo dentro. Me recuerdan a él (a tí) y me doy cuenta de que yo también vivo en una agonía igual que Vera Kal, vengando en silencio la traición de un Jean-Cloude... sólo que en realidad soy yo la que no para de traicionar, de salir a hurtadillas, de buscar un destino ligado sólo a mis ideales. Me dejo la vista ante Carrie, analizando la vida de esas cuatro mujeres, ligadas al sexo, en la ciudad de Nueva York, y me planteo porqué no ser así, porqué no soy capaz de asumir la naturaleza que nos ha sido impuesta, porqué, porqué y más porqués. Y sí me atreviera a..., y si la libertad..., pero entonces llega Silvio y ojalá se te acabe la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta...

Y es que, a veces, me siento una auténtica asesina por ser la causante de que muera ESA sonrisa...

jueves, 15 de enero de 2009

Ritorno a la città che cambia

Pues bien, escribo ya desde mi (nuevo) dormitorio en Téramo. Volví el domingo, después de un ajetreado viaje (todos lo son) y, para ser sinceros, sin demasiadas ganas. Pero todo se solucionó rápido: reencuentro con amigos, pizzas en Don Miguel, tardes interminables, calles vacías a las ocho de la tarde, las tiendas cerradas los jueves, el pan más malo del mundo... En difinitiva, todo lo que hace a esta ciudad un lugar inhabitable, pero que a la larga las echas en falta.

No he escrito nada porque, de momento, todo ha sido bastante tranquilo. A todos nos esperan los exámenes y debemos enfrentarnos con tres meses de no mover ni un solo dedo. Así que las tardes se limitan a pasarlas en compañía en la biblioteca, intentando aprender algo sobre el Derecho italiano de la comunicación o sobre las características de la radio.
Aunque eso sí, siempre se encuentra algún hueco para tomar una cerveza en buena compañía y para echar unas risas todos juntos. Como siempre.
Para que esta entrada no sea tan sosa, os dejo un poemita que escribí el otro día, después de un parón bastante largo en este género. Tengo un par más de ellos por ahí. Quizá los cuelgue en próximas actualizaciones...
No puedes decir que no,
no puedes llorarme a oscuras
en una habitación sin luz
porque no tienes el derecho
de electrocutar cada nervio,
de morder mi piel intacta
para romper, clavar y sangrar.
(Y dejar esa marca...
odiada en noches como ésta)
No tienes el derecho
a poseer esa sonrisa
y emplearla arbitrariamente
sin juez ni castigo
bloqueando mi salida de emergencia
sin percatarte siquiera
de que muero ahogada
en tu boca tan vivida.
Tú, pequeño axioma de la naturaleza,
te has adjudicado el derecho
a ser el final de mi destino,
a ser mi pensamiento
constante, contínuo, inequívoco.
Y yo, rea servil,
ante la pena de muerte,
sólo pido que seas mi verdugo.



Esto no necesita explicación... ni tres siglas absurdas. Ya te lo he dicho todo, de todas las formas posibles.

Te echo de menos :-)

martes, 6 de enero de 2009

Para rebelarte en 2009....

Parece que en este mes de vacaciones la línea del blog se ha diversificado. Nada de mi vida, de mis anécdotas, de mis aventuras... pero era un mes de descanso. Un tiempo en el que he vuelto a ser yo, la de siempre, la que es feliz jugando con su hermano y paseando por la orilla del mar.

Pero al margen de esto, durante los 29 días de mi estancia en España he vuelto a ser consciente de los problemas del mundo. Desde que llegué no dejé de oir hablar sobre mujeres muertas a manos de sus (ex)parejas, de temporales, de malaria, de enfermedades... Y por último, Palestina, la matanza encarnizada en una pequeña fracción del mundo, una carnicería entre seres de la misma especie, sin piedad, sin razón, sin conciencia. He recordado también lo gratificante de acudir a una manifestación, de caminar por la calle más comercial de mi ciudad al grito de ¡Palestina somos todos! mientras todos nos miraban, sin saber muy bien porqué aquellos locos montaban ese espectáculo justo antes de Reyes. Cada vez que podía fijaba mi mirada en los ojos de cualquiera de los que por allí pasaban, intentando interrogarle, preguntarle el porqué no se unía, si es que de verdad no era consciente de que juntos tenemos toda la fuerza que queramos.

Por todo esto, hoy vuelvo a dar cabida aquí a un nuevo y excelente artículo de mi amigo, compañero y camarada revolucionario, Adri.

Qué difícil es hoy entender la vida. Desde lo abstracto de su existencia hasta las pequeñas anécdotas espontáneas que la motorizan. Ayer, la felicidad era síntoma de lucha. Bocas como de caimanes canturreaban consignas revolucionarias en las márgenes del Ebro, a pesar del holocausto de Gernika. En la Francia de las barricadas y los AK-47 con forma de adoquines, las paredes escupían lemas irreverentemente combativos donde la ironía y el humor valían más que mil mítines bolcheviques. Algunos años antes, los greñudos cubanos entraban en La Habana entre aplausos y besos de esos que se lanzan al aire con la esperanza de que no se despeñen en el acantilado de la barbilla propia.

Cuánto ha cambiado todo. De la alegría insurgente a la tristeza roja y negra. De la lágrima de alegría a la que nace y muere a la vez por el desalme. Porque hoy, aunque con Derechos Humanos y naciones unidas, la aflicción es el mejor síntoma de resistencia. Lo vemos en las celebraciones de Corea del Norte, donde los bailes en memoria del gran líder, pasodobles entre misiles nucleares, no pueden disimular los rostros serios del pueblo alienado. Lo vimos, también, en las rosas enterradas en el serrín de Génova, en el cuerpo de la anarquía fusilada y pisoteada. Pero hoy, hoy más que nunca, lo vemos en el llanto de Palestina. En el grito por la infancia robada. En la piedra que se quiebra en el blindaje del bulldozer. En el corazón que sangra envenenado con uranio empobrecido.

Hoy quienes ríen son los opresores. George Walker Bush –de los Walker de toda la vida- no podía disimular el hilo sonriente de su boca tras esquivar la nueva Intifada iraquí, con zapatos en vez de piedras. ¿Quién ha podido olvidar la sonrisa de Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México, mientras su policía violaba a las compañeras rebeldes de San Salvador Atenco? La felicidad se ha convertido en la consigna del poder. Y es lógico. Tripa llena, corazón contento. Así, pues, este 2009 rebélate: llora.

viernes, 2 de enero de 2009

Entrada cursi-enamoradiza de una periodista con bajón


-Hacen una buena pareja, ¿no os parece? A mí me encantan.

Me hice la remolona mientras oía, como quien no quiere la cosa, estas palabras. Javi estaba sentado a mi lado, quizá también haciéndose el que no se enteraba de nada. Porque en ese momento no podía mirarlo, sino todos se darían cuenta de mi pequeña falsa. Había oído eso mismo alguna que otra vez. Al parecer, de cara al exterior, nos complementábamos bien. Él, excéntrico, peculiar, divertido, sociable, atractivo. Yo, sensata, equilibrada, con la carita simpática, pensativa e inteligente (modestias aparte). Resultaba que llevábamos juntos cerca de año y medio y aún dábamos esa imagen al exterior.

Lo que realmente nadie sabia es que conectábamos en muchos más aspectos de lo que podíamos aparentar. El simple físico, el quedar bien en las fotos, no era todo. Habíamos llegado a conocer aspectos el uno del otro que creíamos inalcanzables, y eso me confortaba. Pero a la vez me producía una inquietud inexplicable. El saberme tan dependiente de alguien, el ser consciente de que si me faltaba estaría como incompleta, que quería que fuera mi compañero de equipo durante mucho tiempo... todo ello se mezclaba en mi mente en ocasiones y me hacían temblar un poco. Aunque reconozco que sólo me hacía falta mirarlo para que todo se calmara. Era como un mar embravecido al que Neptuno ordenase silencio y quietud y él, obedeciendo al dios que le custodiaba, parase toda la actividad en un sólo segundo. Nos habíamos besado en Sevilla, Granada, Córdoba, Cádiz, Santiago de Chile, Bolivia, Perú, Las Palmas, Roma... y cada vez era diferente, cada beso guardaba un sabor peculiar. Porque Javi era así, imprevisible, soñador, cargado de historias para no aburrirme.

- Sí, a mí también me parece que son geniales.

Rocé mi mano con la suya. Era suficiente para saber todo lo que ellos no sabían. Era lo necesario para decir que nos esperaba toda una vida por delante. Era el único lenguaje que yo conocía para darle las gracias por haberme dejado entrar en su mundo.