El Blog

martes, 28 de abril de 2009

Siena, Firenze, Pisa e Lucca... il ritorno all'Italia!!!

Después de haber pasado una semana larguita en España, las ganas de regresar a mi pequeña ciudad y a este país tan odiado como bello se hacían patentes. Entre excusa y excusa trataba de convencer a mi pobre madre de que ya no había peligro y de que yo debía continuar mi vida aquí: que si las clases habían comenzado, que si tenía un examen pendiente que anularon por lo del terremoto... Pero la verdad era bien distinta. Las clases no me importaban mucho, y el examen siempre podría hacerlo en junio. Lo que sí era cierto es que en Canarias no me encontraba en "mi lugar", y como ya conté pasé mucho tiempo enfadada con el mundo por haber tenido que regresar.

La mayoría de mis compañeros cogieron el avión el sábado 18, pero yo lo hice un poco más tarde. Pensé que podría aprovechar la coyuntura y hacer una visita fugaz ese otro mi rincón del mundo: Andalucía. El reencuentro con mis familiares después de casi un año sin verlos tuvo varios matices, desde el que de verdad se sentía al que sólo se hace por compromiso. Pero lo cierto es que mereció la pena. Ver los naranjos en flor de Sevilla, el olor a azahar, el puente de Triana, comprobar cuánto crecieron Joselito y Rubén y ver que Paula sigue teniendo esa sonrisa de pilla, Jesús y Frisco, iguales después de tanto tiempo sin verlos, la Facultad de Comunicación que me llamaba sutilmente a entrar, pasar las tardes en casa de mi abuela viendo Fama, salir a leer mientras me baño por el sol, comer un serranito de esos de El Ronquillo y pasear con Celia y Flores por la orilla del Guadalquivir, tomar una Cruzcampo... son tantas las cosas y tantos los recuerdos que me llegan del sur que siempre me saldrá una sonrisa en la cara al pensarlos, y siempre querré pasarme aunque sea para un par de días.

Al final, el miércoles 22 embarqué en Sevilla destino Roma, y después de tres horas de autobús llegué a Teramo. Todo como siempre, aunque aún algo de miedo en el cuerpo y de tensión pensando en nuevos terremotos o réplicas. Pero nada ocurre, nada se siente. Algunas casas con derrumbes, otras cuantas inhabitables, pero nada por lo que alarmarse. Los bomberos habían estado en mi dulce y viejo hogar y habían concluído que aquí no había problema, que tutto a posto. Y en un par de días volvieron los reencuentros, las borracheras, los juegos en reunión, las salidas al Heaven, los aperitivos en L'Olmo, los cafés del Calipso. Todo aquello que caracterizará de por vida mi destino Erasmus. Aún así, no tendría yo que tener los pies quietos por estas calles mucho tiempo. El sábado, a las ocho de la mañana, estábamos Paco y yo esperando un bus que nos llevaría, otra vez, para Roma, y eso después de haber dormido unas dos horas. El viaje se hizo interminable, en un ARPA (la compañía de transportes) viejo y agobiante, además de lento, ya que nos llevó más de 3 horas y media alcanzar nuestro destino.

Ahí fue donde comenzó el descubrimiento de una nueva parte de Italia. La primera parada fue Siena, un pueblito pequeño, del estilo que caracteriza a Umbría y La Toscana, en el que lo más importante era su plaza, con una peculiar inclinación que invitaba a tumbarte cómodamente en ella. Tejados antiguos y paisajes de viñedos la rodeaban, y las golondrinas sobrevolaban el cielo haciendo piruetas imposibles.

El Rapto de las Sabinas

Después, Firenze, en clara y justa competición con Roma por el puesto de ciudad más bonita de Italia. Objetivamente, he de decir que me decanto por Roma en el sentido de monumentalidad y de arte, pero que Firenze me ha robado el corazón por su encanto de pueblo enorme, sus esculturas en medio de las plazas, sus edificios limpios y cuidados, sus zonas verdes y esa cúpula que parece de ficción. Las caminatas parecían no acabar nunca, pero es que siempre había un nuevo rincón por el que meterse y en el que descubrir algo impactante. Lo más sobresaliente, sin duda, son el David de Michelangelo, La Primavera y El Nacimiento de Venus de Boticelli, Las Puertas del Paraíso de Ghiberti, la Cúpula de Brunelleschi y el peculiar Ponte Vecchio con sus casas colgantes sobre el río.

Ponte Vecchio



Orsanmichelle, Santa Maria dei Fiori
e Torre di Piazza della Signoria


En Pisa intenté hacer una foto que abarcase la torre, el Duomo y el Batisterio, pero me resultó imposible, así que nos dedicamos felizmente a hacernos la típica en la que la torre se te cae encima. Y cuando se nos acabaron las ideas, nos bastó con saltar felizmente sobre el cesped y captar ese momento hasta que quedase bien. Creo que este habría sido un buen lugar para hacer el Erasmus, pues aunque no deja de ser un pueblito tiene tanta vida como cualquier otra ciudad y seguramente en verano sea uno de los lugares más indicados para ir a tomar cervecitas y tomar algo de sol...


Pisa...


Por último, Lucca. Está en clara desventaja con todo lo anterior, y si comparamos no tiene demasiado interés. Pero es un lugar peculiar, rodeado por completo por una muralla en perfectas condiciones, y en el sobresalen algunas torres y un par de plazas. Es, además, el lugar de nacimiento de Puccini, como bien se encargó de recalcarlo la encargada de la oficina de turismo.



Piazza del Anfiteatro, Lucca



El resultado final ha sido, como siempre, bastante satisfactorio. Ahora se avecinan unos días moviditos, con los conciertos del 1º de mayo en Roma, las salidas a la Heaven y Pescara y ya veremos qué más. Mientras tanto, voy a ir cogiendo fuerzas que falta me van a hacer. ¡Buenas noches y buena suerte!

1 comentario:

Antrophistoria dijo...

Me gusta el blog, las fotos y tu forma de escribir. Un saludo!!