El Blog

viernes, 2 de octubre de 2009

Parecidos considerables

Que la historia se repite no es ninguna novedad. Se repitieron las guerras mundiales, se repiten las caídas de los imperios, se repiten las crisis económicas. Ayer, a la hora del desayuno, me sorprendía a mi misma estableciendo una incómoda relación de similitud entre dos hechos que ya pueden tildarse de históricos.

Mientras me bebía mi café con leche, por la cadena de televisión CNN+ retransmitían la intervención del depuesto presidente Zelaya en la ONU, a través de un teléfono móvil.



En mi cabeza saltó un resorte que me hizo pensar... ¿no había visto yo algo similar alguna vez? Y recordé. Recordé un discurso pronunciado el 11 de septiembre de 1973 en una ciudad que empezaba a ser tomada por los tanques. Quizá uno de los discursos más emotivos de la historia. El legítimo presidente de la República de Chile, Salvador Allende, encerrado en la mítica Casa de la Moneda, agradecía a los ciudadanos de su país la lealtad que habían depositado en él y les recordaba que no debían amedrentarse ante nada, que no debían dejarse humillar. Las tropas de Pinochet bombardeaban ya las paredes desde donde se retransmitían tan sentidas palabras.


(Recomiendo que lo oigan, es un poco largo pero merece la pena)


Han pasado ya más de 30 años, pero por lo que parece la época de los golpes de estado y de las dictaduras no ha terminado. Zelaya y Allende hablando a su pueblo, a sus seguidores, al mundo entero, a través de un medio de comunicación, recluídos sin poder salir de las cuatro paredes que los "protegen", invadidos por tropas militares que eliminan a todo lo que se cruza en su camino. Dos presidentes que osaron contradecir las normas económicas internacionales, que se opusieron a la supremacía del capital. No en vano, los golpes de estado, curiosamente, se suelen perpetrar contra gobiernos socialistas o, cuanto menos, que no son liberales. A Zelaya lo votaron las clases poderosas, los que manejaban la economía de Honduras, pero cuando giró un poco hacia la izquierda la cosa comenzó a ponerse fea.

No quiero relatar aquí lo sucedido en Honduras. Creo que está en el interés de cada cual (in)formarse acerca de lo que ocurre en el mundo. Sólo me hago algunas preguntas, reflexiono y no puedo entender como a estas alturas nadie ha hecho nada aún para para a Micheletti. En Iraq existía la sospecha (completamente falsa, por otro lado) de la existencia de armas nucleares, y en menos de lo que canta un gallo se había invadido al país, se había depuesto a Hussein y las tropas estadounidenses comenzaron a pasear por sus calles. Ejemplos así hay muchos más. Por este motivo perdonen que no me crea a ciencia cierta que todas las naciones condenan lo ocurrido en el país latinoamericano. Perdonen que sospeche que EEUU, aunque no haya participado activamente en el derrocamiento de Zelaya, esté mínimamente interesado en que se acabe con las medidas intervencionistas que favorecen a los pobres y no benefician a las empresas. Perdonen que no pueda reprimir la risa cuando me doy cuenta de que han pasado ya más de tres meses desde lo ocurrido, y que en wikipedia siguen considerándolo el "Presidente de Honduras, actualmente en el cargo".

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