El Blog

domingo, 8 de noviembre de 2009

Crónica de un futuro anunciado

Entre idas y venidas se desarrollaba su camino, un camino que aún no estaba señalado y que requería de unas importantes dotes de improvisación. Eran muchas las horas que habían transcurrido en salas de embarque de diferentes aeropuertos: Dublín, Madrid, Barcelona, Roma, Santiago de Chile, Frankfurt, Sevilla... ¡Y después de todo se seguía viendo tan niña! Apenas podía creer que casi no quedasen trozos de aquella infancia de la que tan buenos recuerdos poseía.

Las tardes en casa de su abuela desaparecieron de un golpe el día que falleció. El maldito cáncer había consumido todos sus huesos y la vida no había dado más de sí. No hubo más comidas familiares, con la gran fuente de pescado frito en el centro de la mesa. No hubo más noches viendo la tele (ir a dormir allí era toda una aventura. La abuela, haciendo caso omiso a los intentos agnósticos de sus padres, se sentaba a su lado y le hacía repetir unas frases dedicadas a unos angelitos. A ella le hacía gracia, a fin de cuentas se sentía más segura al pensar que era verdad eso de que irían a protegerla, uno a cada esquina del colchón). El último recuerdo que tenía de la abuela era de una tarde en el mes de Junio. Se habían reencontrado después de unos seis meses sin verse y habían almorzado puchero con pringá, el plato favorito de su nieta.

Desapareció la celebración de Reyes en el río. El frío era importante en aquellos días de enero, pero no importaba. Eran siete, ocho primos que se reunían para compartir los juguetes que Baltasar había dejado, aunque eso era sólo la excusa. Lo importante para ella era que volvía al pueblo, a ese pueblo en el que toda su familia vivía y que visitaba de vez en cuando. Era gratificante el olor a barbacoa, el crujir de las ramas de los árboles, el miedo a caer al agua. En su memoria, sobre todo, predominaba aquel año en el que le regalaron una Cabbage Patch Kids, a la que bautizó como Lena Melena y que se convirtió en su única muñeca (ella prefería jugar con los Playmobil o las miniaturas sorpresas de los huevos Kinder).

Desaparecieron, sin previo aviso, las salidas clandestinas con sus primas mayores, a las que más bien trataba como hermanas, y que aunque tuvieran quince o dieciséis años para ella eran auténticas personas adultas, ejemplos a seguir.

Falta poco tiempo para que vuelva a sentarse en otra sala de espera de un nuevo aeropuerto (ah, no... realmente ya lo había visitado. Casi pierde la cuenta). Allí verá pasar las horas, verá que no hay forma de quitarse ese nervio, esa sensación de que es muy pequeña para este mundo. No sabrá cómo gritar que está un poco perdida, que a veces se le acaban las fuerzas, que necesita una pequeña ayuda, que se siente mal. Y volará. Se sentará al lado de una ventanilla y verá cómo sale el sol a 2.000 metros de altura. Observará la costa española y se dará cuenta de que tantos y tantos kilómetros apenas han servido para nada.

4 comentarios:

Edu dijo...

Seguro que esos kms le sirven para mucho

cjp dijo...

Estoy de acuerdo con edu. Cuando este en tierra, y mires para atra, cuando haya desaparecido el miedo de la incertidumbre del futuro, la pena por los q se qdan en otras ciudades..cuando aterrice de verdad. Cuando pare. Sabra que han valido la pena todos esos kilimetros. Que son, sin duda, lo meJOr que le ha podido pasar.

Sert Taş dijo...

Peque!

Si he aprendido algo en este último año es que TODO lo que hacemos merece la pena.

Aunque no nos demos cuenta, cada una de las acciones que realizamos tienen un significado, a veces oculto, que no descubrimos hasta que pasan los meses, los años e incluso las decadas. Lo que tendemos a llamar casualidades, son en realidad enormes telarañas de pequeños echos a lo largo de nuestras vidas y las vidas de los otros.

La gente tiende a ver el mundo como algo enorme, a mi también me pasa. Pero con el tiempo descubres que las cosas grandes son en realidad pequeñeces y que las cosas pequeñas son las que engrandecen la vida.

He conocido a personas que para encontrar respuestas no necesitaban mover los pies del mismo sitio durante toda su vida. Yo, en cambio, -como buen culo inquito- no paro de echar kilometros a mi mochila (casi como tú) y a pesar de eso, más que hallar respuestas, solo me doy de bruces con nuevas preguntas. Pero se que cada uno de los metros andados y que me quedan por andar significan algo, quizá ahora no sepa nombrartelo o definirtelo, pero soy consciente de que guardan una esencia vital para mi.

Si me aceptas el consejo, coje todos los aviones, trenes, buses y demas medios de transporte que te hagan falta. Y si ves que te hace falta un empujoncito, me llamas que yo te arrojo dentro de la cabina de los pilotos si hace falta :)

Un besako bien grande!

Multe dijo...

Aiiiiins!!! Gracias a los tres :) Supongo que sí que sirven, pero me da la impresión de ser igual que cuando tenía 17 años en muchos aspectos (claro que en otros he cambiado). De todas formas, creo que aunque quisiera estar parada, no sabría. Llevo toda mi vida haciendo kilómetros, va intrínseco a mi persona!!!

PD: Isa! eres genial :) ¿te he dicho que te quiero!?