El Blog

martes, 27 de abril de 2010

Diálogo con nadie

Los días siguen pasando. Paso las hojas de mi agenda y mamma mia, ya tengo marcados los exámenes de mayo... dentro de dos semanas. Pues me da vértigo, oiga. Licenciada. Yo, profesional en Ciencias de la Comunicación. He intentado exprimir al máximo mis años universitarios, he querido sacar provecho a cada instante, viviendo cada experiencia que me era ofrecida porque era consciente de que es era entonces o nunca. Y aún así a veces considero que no he hecho lo posible, que casi no sé nada de la radio o de cómo modular mi voz ante un micrófono, que sigo dudando sobre si mi lead será el correcto o no, que mis criterios de noticiabilidad siguen siendo opuestos a los que veo en las portadas de los periódicos. ¿Es verdad que todos pensamos lo mismo?

Barcelona tiene los días contados. ¿Triste? Creo que no... la ciudad Condal no ha llegado a atraparme, a diferencia de lo que ocurrió con Sevilla (cómo la adoro), Roma o incluso mi pueblecito del Abruzzo. Sin pena ni gloria, como se suele decir. Es cierto que han proliferado los teatros, la música, los festivales. También que no hay un segundo para aburrirse. ¡Cómo va a haberlo si cada día pierdo de dos a tres horas en transportes públicos! Nada puedo decir de las personas que he conocido y que ya no olvidaré (y creo que de esto ya hablé en otra entrada), de las cenas semanales, de que por primera vez en mi vida tengo amigas y no amigos. Pero... verá usted, a veces pienso en toda esa gente que va en el metro con las caras arrugadas y serias y se me cae un poquito el mundo encima. Me gusta ir en bicicleta por una ciudad que esté habilitada para ello, y no tardar más de 20 minutos en plantarme en casi cualquier lado. ¿Y qué me dice de entrar en un bar y que el camarero empiece a hablarte como si te conociera de toda la vida? Para más inri, la playa, que podría actuar como salvadora de muchas situaciones, resulta que está llena de turistas y ladrones, y que si voy no puedo cerrar los ojos ni un segundo; que la arena parece picón y que al entrar al agua apenas alcanzo a verme la palma de la mano ¿cree usted que una isleña puede soportar algo así?

Ay, ¿Que por qué escribo esto, si no estoy triste? Ya se lo he dicho, porque me da vértigo. Porque ahora vienen planes de futuro (incierto), elegir un camino. Equivocarme y volver a empezar. Pensar en dos y no en uno. Aparcar momentáneamente las elecciones personales y buscar el sendero común. Ya... ya sé que todo saldrá bien. No lo dudo.

Le diré un secreto: ya tengo casi seguro en qué quiero especializarme.

1 comentario:

cjp dijo...

Y mira que hemos cambiado de vidas estos años, y siempre ha dado miedo el cambio, pero teniamos claro lo que eramos estudiantes, en mundos distintios, en universidades distintas pero eramos estudiantes. ¿ Y ahora? ahora resulta que nos convertimos en adultas del todo, pero que el paro es el mayor que ha tenido España en la historia, el master parece una buena escusa para seguir siendo estudiante y darse tiempo en saltar al mundo laboral, pero sin trabajo, cómo se pagan los masters...

En fin, miles de preguntas nos afloran en estos ultimos meses de carrera, da miedo da mucho miedo.

Espero que todo vaya bien por mi querida Ciudad Condal, que a mi si que me atrapó, aunque Santiago de Chile, creo que le está ganado:)