En estos días más que de costumbre han resonado en mi cabeza las palabras que salieron de la boca de un profesor de 3º de carrera, más concretamente de Historia del Pensamiento Político y Social. Este personaje, controvertido desde el primer día de clase, odiado por todos, incoherente en sus ideas, vago en sus argumentos, se atrevió a defender una tarde cansada de cualquier mes del año una posición conflictiva. Primero, lanzó una pregunta al aire: "¿Quién de todos vosotros opina que los culpables del conflicto árabe-israelí son los palestinos?". Silencio sepulcral. Miradas esquivas. Miedo al pensar por-dónde-diablos-saldrá-este-señor. Yo no podía parar de pensar en un video de Youtube en el que el señor Galloway recriminaba a Skynews de estar del lado de los semitas.
Fue cuestión de segundos. Su aplastante sentencia era esperada por todos aquellos jóvenes, aprendices de periodistas, que se habían atrevido a ir a su clase ante el inminente peligro de recibir ninguna información. Aunque con todo tipo de ideas políticas, creo que todos aquellos que de verdad sienten el periodismo como vocación son aquellos que desean, por encima de cualquier cosa, decir la verdad, sabér qué ocurre en este puto mundo, descubrir los intrincados secretos que permanecen ocultos para el resto de la sociedad. Y aquél hombre nos estaba engañando. "Aquí todos pensáis que los malos son los judíos pero porque es así como lo venden los medios de comunicación. El pueblo palestino también asesina a los del bando contrario, pero eso rara vez lo veréis por la tele".
Y precisamente por eso, porque éramos jóvenes inquietos, un poco instruidos, interesados por los problemas del mundo, le plantamos cara a aquel personaje. De repente miles de argumentos, Hezbolá, Hamás, Gran Bretaña, Acuerdos de Paz, Tratados de la ONU... todo parecía indicar que en este conflicto SÍ había un culpable, y que no era Palestina.
En estos días no paro de escuchar y de leer el número de muertos. 250, 270, 300... Nos cuentan como si tal cosa que la ofensiva continuará por tierra, que habrá más heridos, más feretros, más inocentes aniquilados y arrebatados de una existencia que les pertenecía por derecho. Mientras tanto, los gobiernos rechazan los ataques, pero siguen comerciando con Israel. Mientras un niño está viendo cómo todos y cada uno de los miembros de su familia muere inmolado por una bomba, repartiendo pedazos de cuerpo por todo el territorio que aún les queda a este humilde pueblo, nuestros periódicos igualan las estrategias. Jamás fué tan semejante tirar bombas y tirar piedras. Jamás importó tan poco la vida de las personas. Y más en tiempos de crisis... ya se sabe, a los buenos clientes hay que mantenerlos a toda costa.
¡¡Palestina vencerá!!