"Lo malo de los reportajes es que uno tiene que contestarle en el momento a un periodista todo lo que no supo contestarse a sí mismo en toda la vida... Y encima pretenden que uno quede como inteligente..."
viernes, 23 de enero de 2009
Suspensión temporal
Los exámenes y sucesos varios me lo impiden. En cuanto pueda, volveré a contaros mis aventuras. Un saludo de esta periodista frustrada...
miércoles, 21 de enero de 2009
El futuro que no es
Asesina de sonrisas
jueves, 15 de enero de 2009
Ritorno a la città che cambia
Esto no necesita explicación... ni tres siglas absurdas. Ya te lo he dicho todo, de todas las formas posibles.
Te echo de menos :-)
martes, 6 de enero de 2009
Para rebelarte en 2009....
Pero al margen de esto, durante los 29 días de mi estancia en España he vuelto a ser consciente de los problemas del mundo. Desde que llegué no dejé de oir hablar sobre mujeres muertas a manos de sus (ex)parejas, de temporales, de malaria, de enfermedades... Y por último, Palestina, la matanza encarnizada en una pequeña fracción del mundo, una carnicería entre seres de la misma especie, sin piedad, sin razón, sin conciencia. He recordado también lo gratificante de acudir a una manifestación, de caminar por la calle más comercial de mi ciudad al grito de ¡Palestina somos todos! mientras todos nos miraban, sin saber muy bien porqué aquellos locos montaban ese espectáculo justo antes de Reyes. Cada vez que podía fijaba mi mirada en los ojos de cualquiera de los que por allí pasaban, intentando interrogarle, preguntarle el porqué no se unía, si es que de verdad no era consciente de que juntos tenemos toda la fuerza que queramos.
Por todo esto, hoy vuelvo a dar cabida aquí a un nuevo y excelente artículo de mi amigo, compañero y camarada revolucionario, Adri.
Qué difícil es hoy entender la vida. Desde lo abstracto de su existencia hasta las pequeñas anécdotas espontáneas que la motorizan. Ayer, la felicidad era síntoma de lucha. Bocas como de caimanes canturreaban consignas revolucionarias en las márgenes del Ebro, a pesar del holocausto de Gernika. En la Francia de las barricadas y los AK-47 con forma de adoquines, las paredes escupían lemas irreverentemente combativos donde la ironía y el humor valían más que mil mítines bolcheviques. Algunos años antes, los greñudos cubanos entraban en La Habana entre aplausos y besos de esos que se lanzan al aire con la esperanza de que no se despeñen en el acantilado de la barbilla propia.
Cuánto ha cambiado todo. De la alegría insurgente a la tristeza roja y negra. De la lágrima de alegría a la que nace y muere a la vez por el desalme. Porque hoy, aunque con Derechos Humanos y naciones unidas, la aflicción es el mejor síntoma de resistencia. Lo vemos en las celebraciones de Corea del Norte, donde los bailes en memoria del gran líder, pasodobles entre misiles nucleares, no pueden disimular los rostros serios del pueblo alienado. Lo vimos, también, en las rosas enterradas en el serrín de Génova, en el cuerpo de la anarquía fusilada y pisoteada. Pero hoy, hoy más que nunca, lo vemos en el llanto de Palestina. En el grito por la infancia robada. En la piedra que se quiebra en el blindaje del bulldozer. En el corazón que sangra envenenado con uranio empobrecido.
Hoy quienes ríen son los opresores. George Walker Bush –de los Walker de toda la vida- no podía disimular el hilo sonriente de su boca tras esquivar la nueva Intifada iraquí, con zapatos en vez de piedras. ¿Quién ha podido olvidar la sonrisa de Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México, mientras su policía violaba a las compañeras rebeldes de San Salvador Atenco? La felicidad se ha convertido en la consigna del poder. Y es lógico. Tripa llena, corazón contento. Así, pues, este 2009 rebélate: llora.
viernes, 2 de enero de 2009
Entrada cursi-enamoradiza de una periodista con bajón
-Hacen una buena pareja, ¿no os parece? A mí me encantan.
- Sí, a mí también me parece que son geniales.
Rocé mi mano con la suya. Era suficiente para saber todo lo que ellos no sabían. Era lo necesario para decir que nos esperaba toda una vida por delante. Era el único lenguaje que yo conocía para darle las gracias por haberme dejado entrar en su mundo.